Adaggio autumn dialogando con Leonid

Arte

miércoles, 24 de abril de 2013

Debienales bienalsur



De experiencias olvidables e inolvidables en la Bienal Montevideo.

Prof.Francis Gasperi
Dicen que hay que dejar pasar un tiempo para poder hablar de nuestras experiencias, reposadas se van depurando poco a poco hasta que queda como una anécdota, a veces positiva, otras no tanto, que al tiempo desaparecen de nuestra memoria. Bueno es lo que me está pasando, se me van desapareciendo las experiencias que obtuve en la 1ª. Bienal de Montevideo, la que terminó el pasado 30 de marzo. La primera vez que fui, llevado por la gran plataforma publicitaria, me sorprendió la majestuosidad del Banco- lugar de exposición - un edificio de claro estilo neoclásico, maravillosas columnas de mármol rosado, esplendido techo artesonado. Una arquitectura muy valiosa que por suerte se mantiene y hasta se podrían armar perfectas clases de Historia y Teoría del Arte, había sido inundada con arte posmoderno y contemporáneo. En principio me pareció una experiencia interesante, ya que pude apreciar cosas que se hacen por estos tiempos llenos de cambio y movimiento. Aquello quedo haciendo ruido en mi cabeza. Además eran artistas internacionales varios de ellos. Volví a la semana siguiente, y claro, ya eran otros ojos mis ojos y otra mi mirada. Alguien dijo hace mucho tiempo que arte es una actividad humana consciente capaz de reproducir cosas, construir formas, o expresar una experiencia, si el producto de esta reproducción, construcción, o expresión puede deleitar, emocionar o producir un choque. Bien para mi segunda visita, lo de deleite aquello no tenía nada, de emoción tampoco y mucho de choque. No pienso hacer una descripción exhaustiva de la Bienal (de aquí en adelante “aquello”) sino que compartiré experiencias, antes que desaparezcan. Entrando al Banco, a la izquierda “Aquello” nos recibe con un enorme mural, (Juan Burgos-duraznense) gigantografia –pensé- esas que están muy de moda, un cartel indicador sugería que no fuera vista por menores de edad. Que gracioso pensé, no hay censura, pero te ponen un cartel para que si vas con chicos, te manejés. Resultó ser un verdadero collage de figuras de personajes mass media, héroes, poses eróticas con formas y colores estridentes, zoofilia, diablillos y ángeles, todo muy barroco, muy kitsch también, nada nuevo bajo el sol. El artista realizo su mural original en un formato de metro cuadrado y luego lo ploteó y alguna imprenta amiga le realizó la gigantografia. Perfecto pensé, este tipo no tuvo que lidiar con la escala, con los formatos y no se enfrentó a esos seis metros por tres de tela. Ergo: chocante, experiencia olvidable. Mas allá una instalación de telas, incomprensible, un dialogo poco probable entre las columnas corintias y las telas, chapas y espejos. Otra experiencia de choque, olvidable. Metros allá, “Aquello” mostraba unos atriles con pulpa de papel coloreado cual manchas tratando de ser comprendidas como partituras de vaya a saber que música. Acompañaba la instalación tres licuadoras, un sillón con las patas en la tierra, muchos diarios y revistas. Resumiendo: haga pulpa de diario, póngale tierra de colores, colóquelo en un atril cual partitura; prometa hacer arte, haga algo inocuo. Otra experiencia, olvidable. Continuando un bote pegado a la pared y en su proa el mapa de Uruguay perfectamente calcado, nos sorprende, acompañado con una serie de dibujos, un mapa con vista frontal del desconocido departamento 20 todo prolijamente enmarcado y presentado en mesas por las que recorríamos. Me pareció por un instante una versión muy escuálida en contenido de lo que hace Nelbia Romero y sus trabajos sobre cultura uruguaya. Con todo, rescatable, una experiencia apenas aceptable. “Aquello” no mejoraba para nada. Sobre la pared de fondo, unos tv plasma nos mostraban videoarte del que pidiera, alguien debió bajar de youtube un video de un científico que grabó aves en Chile o vaya a saber en que confín y lo presentó como una obra de arte. Un tal Navin presentó el video más bizarro que haya visto. Para nada recomendable. Una artista española, se fue a las Malvinas a grabar situaciones comunes a soldados ingleses, un helicóptero a punto de partir- acción que nunca se mostró- se repetía hasta el hartazgo, la fundamentación del proyecto invitaba al menos esbozar una sonrisa cómplice. Luego el video de M Sastre, lo único salvable de tanta mediocridad, aunque lleno de cliches publicitarios, con lo del perfume del pepe, también invitaba a una sonrisa cómplice “por lo menos el loco es de acá”, es una experiencia que aún se me resiste a desaparecer. Sigo y me topo con un engendro realizado en madera de arboles diferentes, ensamblados con tornillos y tuercas, una especie de frankestein forestal, cuya autora es de portuguesa, ¡y pensar que acá tenemos al peludo Rey, que hace cosas de gran valor artístico! Bien demás está decir, que el gran formato y peso de este ensamblaje terminó por romperse en una ramazón de la “copa”. Choque, y además, olvidable por completo. Casi me olvido que cerca de allí, J.Abreu, -uruguayo- presentó una gran estructura en forma de cruz latina, convertida en pelotero ¿alusión a alguna religión? En vano traté de averiguar si se trataba de un pésima burla o que. Extrema banalidad que no entendí. Luego “aquello” nos muestra la obra más cara según pude averiguar, cuyo autor es el nigeriano Anyako una gran manta realizada con chapitas de botellas de bebidas, de las más variadas y coloridas, emulando un mar del sur contaminado (los nuestros claro está), que se desparramaba por el imponente hall del banco. Otro choque, olvidable por completo. Entre esto y las “traperas” de Lacy Duarte, me quedo con ésta última. Tienen mucho más contenido: personal y humano.Bien me dije, sigamos. Una comparsa –artista chileno- a medio salir nos va mostrando todo el proceso creativo del artista, de aquí para allá en total desparramo, se ven colores, papeles, maniquíes forrados en diario, latas de pintura, y la comparsa muda, estática. Una instalación de esculturas de papel, casi figurativa, acompañada por el sonido de una cuerda de tambores que se podía escuchar con auriculares. No entendí el mensaje, divorció impunemente el color, el movimiento y el sonido del tambor, casi un sacrilegio. Experiencia: lamentable. Otra propuesta era desestructurar los retratos de presidentes del Banco a través de elementos significativos de los mismos, así que una serie de manos, corbatas, miradas, dedos, pertenencias, desfilaron ante mí, como provocaciones, tratando de que aquellos mínimos detalles, me pintaran la personalidad completa del retratado. Uno podría en ocasiones, y so pena de equivocarse feo, inferir la psicología de los retratados por su pose y pertenencias, pero tal reduccionismo era no solo pretencioso sino que además temerario. La instalación del chino Yang Xinguang, “treetop”, cual bosque plantado en frio piso de aquel edificio, me resulto una experiencia emotiva, difícil que desaparezca. En otra propuesta alguien no tuvo mejor idea que quemar una colmena y grabar sonidos indescifrables que salían de la misma, una especie de alegato a la explotación? A través de las abejitas? Superó mi entendimiento. Chocante y olvidable. Luego el trabajo del estadounidense Mark Dion, una especie de collage a través del “objet trouve” con objetos de oficina acomodados y ordenados en estantes cual composición Torresgarciana, me pareció muy interesante y quizás el único trabajo de contexto sureño como lo menciona el catalogo. Una experiencia inolvidable. El italiano Luca Vitone llevó billetes impresos en diferentes formatos y colores y los dejó descuidadamente escondidos, para que el público los encontrase, me traje varios. Finalmente deje para lo ultimo el “trabajo” que presentó el español Olmo Blanco, no por su calidad sino porque al ver su obra uno se pregunta cómo … pudo ser elegido, dibujando con runas y alfabeto griego (sic) en un mostrador del banco donde se había acumulado polvillo, fue haciendo marcas sobre el mismo, como cuando éramos niños y dibujábamos con el dedo encima de algún vidrio –sin palabras-, alguien no tuvo mejor idea que aclarar que las obras de este señor no se pueden trasladar. Parecía una tomada de pelo, trastornado me retiré a ver otra obra que se llamaba “los olores de la guerra”, se trataba de frasquitos con una solución acuosa de dudosa procedencia, fue gracioso porque me hizo acordar cuando mi prima le ponía agua y pasto a los frascos que mi vieja terminaba. La cubana al fundamentar su obra con héroes notorios, no hace otra cosa que vaciar de contenido aquella memoria. Otra experiencia lamentable. Llegamos al final de estas apreciaciones, no pude ver a la única artista femenina uruguaya, Cecilia Mattos, una pena porque su trabajo es muy valioso, y podría haber contrastado positivamente, ante tanta mediocridad mostrada en el Banco Rca. Detrás de la sede central, en otro edificio del Banco, se mostraban videoinstalaciones, el trabajo de “Lucia” creado por Atallah, Cociña y León, un stop-motion donde mezclaba dibujo, sonido, suspenso, es una excelente pieza dramática. Se puede ver en youtube. Bien amigos espero no haber aburrido con mis experiencias del arte actual. Estoy esperando agosto para que se inaugure la Xa. Bienal de Salto, que me sorprendió gratamente en el 2011 para contarles, y por supuesto la exposición de Barradas en el MNAV, un tremendo artista muerto muy joven cuya obra lo ha mantenido vivo, estará hasta junio y desde ya se las recomiendo. Hasta la próxima.

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