Adaggio autumn dialogando con Leonid

Arte

sábado, 19 de octubre de 2013

Transgredir por Francis Gasperi


Bajo  ciertas motivaciones encontradas, hasta contradictorias uno escribe tratando de encontrar un poco de razón en toda la locura del arte contemporáneo. Un arte a veces demasiado transgresor de ciertas costumbres y que nos golpea en nuestros más sensibles pensamientos o creencias. Pero como alguien dijo una vez, el artista es una persona que reacciona frente a lo que ve, frente a lo que se mueve en la sociedad, y frente a ciertas situaciones que lo desbordan, y por supuesto agréguele a eso un poco de  creatividad, imaginación, rabia, inconformismo, historias existenciales pesadas, amargas, catarsis y varios etcéteras. Esto tal vez lo hace un poco más entendible. La transgresión en arte - sin llegar al simplismo de una definición para acortar camino- es una provocación hacia un status determinado, a veces dirigido explícitamente, a veces socavadamente, a veces subrepticiamente, y que busca una reacción, un reflexionar, un pensar en la  cosa, a veces no da ni para reflexionar porque la transgresión se transforma en agresión.  Para algunos no es más que arte abyecto. La transgresión ficcional, busca a través de películas mostrar imágenes de impacto, y situaciones límites, toda imagen pero, ficción.  El cine documental – típico de la segunda guerra mundial- muestra muertos reales, violencia real, sin edulcorantes y sin guión. Nada ficción, la pura violencia  documentada, la decadencia humana. Agresión.  En literatura, pondríamos al Marqués de Sade como ejemplo, y seguimos teniendo ficción esta vez en palabras horizontales, algunas versales pero por lo general todas iguales. Esta “violencia”  no es mimética. Como ejemplos creo que bastan, el lector tendrá muchos más. Por otro lado hay otra violencia pero estamos tan anestesiados que ni nos damos cuenta cuando en vivo la tele nos muestra las guerras del cercano oriente llevadas adelante por las potencias con millones de muertos, o filmaciones de hambrientos y destinados a morir en África, el lector coincidirá conmigo que esto ya no nos mueve, pero con el arte hay otra sensibilidad aunque sea todo ficción. Arte no debería provocarnos más que un momento de reflexión y meditación, asco  si cabe y alguna otra reacción según el caso. Es poco probable que el artista tome un arma en una exposición y nos mate. Solo tiene pintura, telas y pinceles. Con eso le basta para “trasgredir”. Durante muchos años, el artista ha tenido que optar, por la belleza o por lo que no gusta. Por el dinero o por el honor. Siempre. Hasta que el dinero pudo más. ¿Dónde está el límite de todo esto?  Hoy el artista más famoso – en términos de dinero- Damien Hirst más conocido por el “enfant terrible” ha colocado tiburones y toda suerte de animales en cajas llenas de formol, o ha colocado cientos de diamantes a un cráneo humano. Gunther Von Hagens, científico y artista alemán, realiza esculturas con personas muertas, a través de la plastinación, un procedimiento inventado por el mismo por el cual, les saca la piel a las personas dejando al desnudo toda suerte de músculos, tendones, huesos y en posiciones más inverosímiles podemos ver esculturas humanas, vino al Uruguay. Transgresores totales, ninguna autoridad montó en cólera sobre el asunto. Animales en uno, personas en otro, sus transgresiones no pasan de una anécdota, hasta ahora no se han metido con la religión, quizás por eso aun siguen creando. Veremos. A pocos años de inaugurar el siglo XX, Marcel Duchamps nos espetó en la cara un urinal, diciendo que eso era arte, absolutamente rechazado socialmente, hoy aquel objeto o ready-made no es solo aceptado sino que admirado; cuatro siglos antes, el gran pintor holandés Rembrandt pintó el ya conocido buey desollado causando un verdadero impacto, máxime cuando el maestro tenia un público acostumbrado a escenas bíblicas ; Caravaggio un trastornado impulsivo realiza sórdidas pinturas que hasta ahora son motivo de estudio, gustaba de batirse a duelo, y fue perseguido por sus crímenes;  por los mil ochocientos, el genial Goya metaforizó un padre (Saturno) comiéndose a su hijo; y la no menos transgresora obra de los fusilamientos, excelente en color y composición pero el  fuego que salía de los máuseres, era solo pintura, sin embargo estas imágenes son terribles. Aunque más terribles fueron los fusilamientos en si mismos. Delacroix uno de mis preferidos, pintaba batallas sangrientas y muertos por doquier Taillebourg es solo un ejemplo. Si miramos para el lado de la moda, (que no incomoda dicen algunos) también da muestras cabales de su locura trasgresora cuando  Galliano o Chanel, reivindican al nazismo en sus creaciones, una colección del primero realizada en el 2011 mostro su apego por los uniformes de las SS o las Wehrmacht, obviamente sobraba morbo y quizás un insulto por elipse, al pueblo judío. Un tal H. Boss también aporto lo suyo, creador de uniformes SS. Pasando al arte que vive en el propio cuerpo, trasgrediendo normas femeninas y hasta mecanismos defensivos, Orlan, una mujer (aun vive a pesar de todo) se ha realizado innumerables cirugías plásticas en todo su cuerpo experimentando hasta deformarlo sin piedad ni contemplaciones,  autorreferenciando su humanidad como un objeto. Imágenes y procesos de autoflagelación, trasgreden sentimientos.  Otro tanto hacia Vito Acconci mordiendo sus piernas y manos frente a una cámara fotográfica en una autodestrucción enfermiza. Joel P.Witkin un fotógrafo estadounidense de una producción que sobrepasa todos los cánones culturales, visuales, de belleza y lo que se le ocurra eufemísticamente hablando. En America, al otro lado del rio acaba de morir León Ferrari, un trasgresor local, con su arte fue atacando el centro desde la periferia, critico a la iglesia, combatió desde sus pinceles a la  dictadura y el consumismo. Grandes dolores de cabeza le trajo al hoy Papa, quien lo trató de blasfemo cuando colgó un Cristo arriba de un avión caza norteamericano, la imagen era fuerte, iconoclasta pero en su esencia solo se trataba de yeso y plástico. Censurado y atacado, por provocador, en perspectiva la obra de León no es resumible, es compleja, polisémica, pregonando un arte no contemplativo, un arte de barricada, un arte para no ser querido, ni comprado. Y finalizando este rápido pasaje por el arte trasgresor, Andrés Serrano un artista que ha tomado la muerte como elemento casi exclusivo de expresión, fotografiando muertos desde la propia morgue, sin  tener en cuenta investiduras, sentimientos, memoria , demuestra que la suya es una  postura transgresora brutal o pura pose vedettista. Veamos lo que piensa: «Algunas veces yo me pregunto: ¿para qué sirve el arte contemporáneo?», advierte, «porque muchas veces no entiendo el arte contemporáneo, no sé por qué existe, aunque estoy contento de que así sea porque los coleccionistas compran mi obras. También me pregunto ¿por qué? Yo soy coleccionista también, pero lo que a mí me interesa son cosas del siglo XVII, XVI...». Tras lo dicho recuero que ese  período, la Iglesia tenía una fuerte incidencia en el Arte, todo se hacia según sus directivas digamos  Barroco o Neoclasicismo, y aun la belleza era un valor en sí mismo.  En fin, entonces la pregunta ¿la trasgresión es una pose conveniente, una moda o un permanente llamado de atención?  No lo sabremos ya que los procesos internos muchas veces no salen a la luz. Para mí, desde que la belleza perdió la batalla ante el dinero, parecería  que todo es una cuestión materialista, se trata simplemente de dinero. ¿ y dónde queda el Arte en todo esto? Ni idea.  

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