Adaggio autumn dialogando con Leonid

Arte

lunes, 7 de febrero de 2011

LA IMAGINACION AL PODER, una entrevista con ISMAEL CAPURRO

El hombre imagina, razona, planifica y actúa de acuerdo a lo que puede, conforme a lo que debe. Difícil es actuar en función a estas dos premisas, el camino se hace mas largo, empedrado, y la vida –cosa rara- se empecina a pasar mas rápido. En el proceso nos quedan recuerdos, y vamos recogiendo los que en el camino van quedando, retazos de memoria que juntamos rescatando del olvido. Hay un hombre, un artista revolucionario, un hombre común, extraordinariamente común, que actúa de acuerdo a lo que puede, conforme a lo que debe. Juntó las premisas y vive. Juntó memoria, juntó olvido, se rescató a través de su arte, imagino un mundo y lo está pintando. Ese hombre es Ismael Capurro artista plástico. Lleno de historias. Aunque dice tener sesenta, ha vivido como ochenta, una vida llena de aventuras, desafíos y peligros. A los cuatro años lo mandaron a primer año de escuela ya sabia leer y escribir, un superdotado. Ismael es un tipo muy abierto, conoce de todos los temas, atento a todo, a la vida, a la familia, y a la militancia política. Aunque retirado de esas vicisitudes, rescata cosas interesantes. Como surgen estas cuestiones del arte, fue mi primera pregunta, en su casa-taller del barrio el mondongo. “Concurrí al Liceo Campos, curse todo el viejo plan piloto del 63, un plan fantástico, el cual tenia de todo, las tres orientaciones y manualidades, yo me anote en las humanísticas, al tiempo que dibujaba todo lo que podía. Excelentes profesores, un ambiente académico bárbaro y te daban confianza como alumno, al punto que mi viejo profesor Klinger confiando en mi, me da la oportunidad de dar la bienvenida –en francés- al propio embajador de Francia, de visita a esta ciudad. Algo increíble. Te cuento que salian revistas para realizar cursos de dibujo (National School) pero era imposible realizarlos porque no teníamos medios, pero igual me las arreglaba para dibujar solo, utilizando la observación, sin calcar. En dibujo tuve a Fernando Cabezudo como profesor, era muy abierto para las propuestas. Luego tuve a Jaime Pares , solo un año, pero yo tenia contactos con el a través de su hijo Álvaro , un gran amigo mío que actualmente esta en Francia, iba a la casa de ellos, arriba del Gluksman y pasaba las tardes allí, eran muy buenos tiempos”. Su gran capacidad de observación e inventiva, lo lleva a la vereda de enfrente de la academia, el dibujo apegado a la realidad a toda costa. Por lo cual Ismael elabora sus paisajes fantásticos llenos de espacialidad, sus pájaros multicolores vuelan libremente, sus abstracciones son poesías de color muy saturado, planos cromáticos donde la línea es fundamental para mostrar la geometrizacion rigurosa pero libre, sin esquemas pero sin caer en la anomia compositiva. De sus primeras exposiciones nos dice: “ En la vieja tienda Paris-London, realizamos una exposición, eran tiempos del power flower, el movimiento hippie y los colores psicodélicos, con Álvaro Pares y Héctor Rodríguez Cacheiro, realizamos una serie de abstractos con mucho color, investigamos con diferentes técnicas, tendríamos catorce quince años mas o menos y esa fue la primera experiencia, también presenté figura humana tipo diseño grafico, muy de la moda, juventud y pelo largo”. Culminado el liceo el joven Ismael es becado y realiza dos años de estudios paralelos, por un lado en la Escuela de Bellas Artes, donde reconoce que le abrió la cabeza, muy buenos profesores, mucha creatividad, haciendo pintura participo en concursos en el Museo Nal.de Artes visuales, y por otro en la Facultad de Arquitectura, ya que era un enamorado de las construcciones griegas, de la Historia del Arte y por sobre todo la arquitectura clásica. Llega a Montevideo y sus horizontes se amplían y se multiplican, no nos olvidemos que era una época muy fermental, los Beatles, los Rolling, el Mayo Frances, el Che, todo aquello se vivía con gran pasión y con ansias de cambiar las cosas. Sus inquietudes por realizar muchas cosas a la vez, lo llevaron a aprender guitarra en forma autodidacta, y tocar por ejemplo con Viglietti en el Paraninfo de la Universidad junto con músicos que luego se consagrarían. Los Hacheros, los Olimareños, el Sabalero, Viglietti. Realizo algunos trabajos de escenografía en el Sodre con Álvaro Pares, incursionando además en el Club del Teatro, en el lejano 1967/68. Pintaba cuadros en la Feria de Tristán Narvaja, lo imaginamos con poncho, pelo largo, vendiendo arte para vivir. Con su compinche de viajes estuvo en la 1ª. Muestra artesanal de Punta del Este, un evento que jamás olvida.“Contado así parece todo muy idílico, pero eran tiempos difíciles, recorríamos todo Montevideo para ir a comer a una casa, y después de noche a dormir en el patio de la Catedral en la ciudad vieja, hasta que pude encontrar donde quedarme en el Club del Teatro. Después, se puso brava la cosa y me fui de mochilero a recorrer Sudamérica, viajando a dedo, primero se fue mi amigo Álvaro , apuntó para Brasil y quedamos en encontrarnos en Rio de Janeiro por ejemplo, y ese era el plan , estuve por todo Brasil, equivocado en Bolivia, Perú, allí me encontré con Héctor Rodríguez Cacheiro que trabajaba de fotógrafo en un periódico, estuve en el “tren del cielo”, y visite Cuba, lugar al que tengo posibilidades actualmente de volver.” Aunque muchas veces todo fue improvisado. El espíritu aventurero lo acompasaba con su don de artista-artesano, realizando dibujos (tiene un libro que prometió mostrar cuando lo encuentre), fabricaba zapatillas indias y todo tipo de objetos de cuero, medallero de la Paz. Regresa a Mercedes en el 83/84 a trabajar a la represa de Palmar. “Vivíamos en Argentina, pero la cosa se ponía cada vez peor, y a pesar de mi situación de perseguido político, y de todos los problemas familiares, me la jugué ya que había que mantener la familia y dos gurises. Tuve dos años en Palmar y regreso a Montevideo, era el 85, año de la asunción de Sanguinetti, de cuyo desfile me acuerdo porque no había nadie, aun existía el miedo. En la capital trabaje haciendo de todo, carpintería de obra, de muebles, hice afiches, murales y todo tipo de cosas, decoración de vidrieras, escenografías para teatro. Un verdadero siete oficios. Estuve como diez años y me vuelvo en el 2005” Instala su pequeña carpintería en la casa materna, y la va llevando, los vecinos siempre le llevan cosas para arreglar. El arte lo va rescatando, y esta vez la poesía le va llenando los espacios de viejo aventurero, escribe en prosa o en verso. Carga las tintas con temas profundos, trascendentales, ácidamente sin concesiones. Se da la particularidad de un contraste muy fuerte, mientras su pintura es “optimista”, sus versos en cambio adquieren cierto pesimismo y acidez. Deja que el pincel elabore una “gramática de la fantasía” que trasciende cualquier estilo. Expresionista? Fauvista? ¿Paresiano?, tal vez que después de tantos años sus procesos se decanten por aquella mística del viejo maestro, de quien dice: “lo que hacia Jaime era maravilloso, yo lo miraba pintar, y el absorto en la pintura, escuchando los Beatles,”. Lo cierto es que Ismael, elabora sus mundos con pintura sintética, esmaltes brillantes, sobre chapa fibra, y ha investigado sobre la composición misma del esmalte, y ha logrado una técnica personal muy original, diluyendo la pintura con agua, el resultado nos da un acabado mate, muy profundo. Pintura, poesía, madera, música un eclecticismo que se evidencia en una forma de pensar y actuar, trasmitiendo su estado de animo, la alegría, la tristeza, todo. Se confiesa totalmente figurativo, simbólico. Apegado a la armonía, el cuadro tiene musicalidad, distribuye los colores con sonoridad evidente. Pintar es mágico, dice. Crear algo es increíble. Todo artista tiene una obra preferida, la suya es un trabajo ejecutado a finales de los ’60, de una gran simbología: uvas, rostros, pájaros, fechas importantes, campos, una composición que roza el diseño grafico, y lo naif. Su primera muestra individual la realiza 2009, al año siguiente en la Biblioteca Gimenez, y actualmente tiene un proyecto para promocionar pintores jóvenes en su barrio, un movimiento cultural denominado “Mondon-Art”. Mientras escucha su música, que va desde el rock progresivo de los 70, hasta lo melódico, me cuenta mientras se escucha a Ismael Serrano, que tiene cinco cuadros en mente pronto para ser elaborados, mostrando los bocetos que prometen mucho contenido. Ismael es un tipo que no olvida sus raíces: “Si volviera a nacer, seria carpintero. Todo lo que soy, se lo debo a mi madre, aunque ella nunca me exigió, siempre quiso que fuera yo mismo, aun independiente de ella misma” y culmina diciendo: “el tema de la familia, es fundamental, para todo ser humano” Así es Ismael Capurro. Hasta la próxima.

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